El uso de energías renovables, que es de por sí un objetivo estratégico para la economía de cualquier país, lo puede ser asimismo para un establecimiento educacional. La escuela especial Juan Sandoval Carrasco, de la comuna de Santiago, es un vivo ejemplo de ello.
Extrañas cajas pintadas con botellas plásticas en su interior, pueden verse en las instalaciones de la escuela especial Juan Sandoval Carrasco: por artesanales que parezcan, son colectores solares, y están repartidos por todo el establecimiento. La comunidad pudo hacerlo después de postular a un proyecto de innovación pedagógica para aprender a hacer cargadores de pilas con paneles fotovoltaicos.
La ecología fue incorporada paulatinamente en la escuela por iniciativa de los propios docentes, reflejándose a través del cuidado por los árboles y jardines. Más tarde se construyó un huerto escolar y se hicieron cada vez más sistemáticas las actividades de reciclaje. Luego de la fusión del establecimiento con otras dos colectividades de la comuna, este interés se formalizó, a tal punto que fue incluido explícitamente en el enunciado de la misión de la escuela, en 2005.
Su directora, Vilma Cruzat, fue de las primeras en concursar y ganar su cargo a través del nuevo sistema de Alta Dirección Pública, este año. El Centro de padres de la escuela tiene personalidad jurídica y postula a fondos concursables, fruto de lo cual pudieron implementar diferentes iniciativas ecológicas en el establecimiento.
Una escuela “solar”
Y es que parte importante del éxito del establecimiento tiene que ver con las alianzas que ha podido establecer con diferentes instituciones relacionadas con la ecología. Este año acordaron entregar todos los materiales que reciclan (diarios, papeles, botellas, etc), al Centro de Acogida Roberto del Río (COAR), lo que es un incentivo para sus alumnos. Tienen una alianza con DEGRAF, empresa de reciclaje, a fin de que se le permita a los alumnos aprender a desarmar artículos electrónicos. Así, cada cierto tiempo participan del proceso productivo y aprenden mucho más: qué piezas son reciclables y cómo obtenerlas. A lo anterior se suman muchos otros acuerdos con organizaciones ecológicas, como La Casa de la Paz, El Canelo de Nos, entre otros, que ayudan a que los niños conozcan lugares y se perfeccionen.
“Lo más gratificante como comunidad educativa (concluye la directora Cruzat) es que con pequeñas acciones podemos hacer grandes cambios, y así ver que lo que hacemos tiene sentido, ya que la unidad educativa trabaja para lograrlo; es un trabajo de todos los días donde intervienen los papás y profesores. Lo bueno es que la comunidad está dispuesta a seguir con este trabajo. Eso es muy motivante y se acerca al tipo de educación que buscamos, queremos que los jóvenes sean buenas personas”.
Varios colegios han tomado contacto con la escuela especial Juan Sandoval Carrasco, desde que sus experiencias con la utilización de la energía solar se hicieron conocidas. La colectividad de la escuela está siempre dispuesta a compartir su conocimiento con sus pares, por lo que ya se está articulando una auténtica red de establecimientos interesados en la ecología.
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